Vida y estilo

Un beso, mil reacciones: la ciencia detrás del amor en los labios

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Un beso, mil reacciones: la ciencia detrás del amor en los labios

Un beso no es solo un gesto romántico o una muestra de afecto: es un cóctel químico que activa regiones muy específicas del cerebro, despierta emociones intensas, fortalece vínculos y puede incluso mejorar la salud. La ciencia ha demostrado que besar no solo “se siente bien”, sino que tiene efectos profundos en nuestro cuerpo y mente.

¿Qué ocurre en el cerebro cuando besamos?

Cuando los labios se encuentran, más de 100 mil millones de neuronas se ponen en marcha. Las terminaciones nerviosas envían señales al cerebro, especialmente al sistema límbico, que regula las emociones. Estos son algunos de los efectos comprobados:

  • Liberación de dopamina: Es la hormona del placer. Por eso, un beso puede generar una sensación eufórica similar a la de una droga.
  • Aumento de oxitocina: Conocida como “la hormona del amor”, fortalece el apego entre las personas. Por eso, los besos frecuentes aumentan la conexión emocional en las parejas.
  • Disminución del cortisol: Esta hormona del estrés se reduce durante un beso, provocando una sensación de calma.
  • Estímulo de serotonina y endorfinas: Mejoran el estado de ánimo y pueden actuar como antidepresivos naturales.

Además, besar activa áreas del cerebro como el núcleo caudado y el hipotálamo, asociados con la recompensa y la motivación, lo que puede explicar por qué los besos son tan adictivos.

Beneficios físicos del beso

  • Fortalece el sistema inmunológico al intercambiar bacterias que estimulan defensas.
  • Mejora la salud cardiovascular, ya que acelera el pulso y dilata los vasos sanguíneos.
  • Quema calorías: Un beso apasionado puede quemar entre 6 y 12 calorías por minuto.
  • Ejercita los músculos faciales, ayudando incluso a combatir arrugas.

¿Por qué se celebra el Día del Beso Robado?

Cada 6 de julio se celebra el Día del Beso Robado (o “Stolen Kiss Day”), una fecha de origen británico que conmemora el acto espontáneo y juguetón de robar un beso. Aunque no está claro su inicio exacto, se cree que surgió en el siglo XIX como una forma de desafiar las estrictas normas sociales sobre el afecto público.

En redes sociales, parejas y admiradores comparten imágenes y mensajes sobre besos inesperados —siempre con consentimiento, claro— como símbolo de complicidad y conexión.

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