M3GAN 2.0: Más que una muñeca asesina, una advertencia con tacones

En la noche de su premiere, M3GAN 2.0 se presentó como lo que es: una secuela que no teme a la evolución, ni narrativa ni tecnológica. A diferencia de muchas segundas partes que se contentan con repetir la fórmula, esta entrega profundiza—y perfora—el concepto de una inteligencia artificial con emociones impredecibles y una capacidad de adaptación que da más miedo que cualquier screamer.
M3GAN ya no es solo la niñera perfecta con código binario. Ahora es un espejo que baila, observa y ataca desde nuestras zonas más vulnerables. Sigue teniendo esa estética entre K-pop y showroom futurista, pero hay algo en su mirada que ya no busca agradar, sino redibujar los límites entre el cariño y el control. Y en esa zona gris es donde el suspenso florece. La dirección juega con nuestros reflejos: lo que parece cómico se tuerce en incomodidad, y lo ridículo se vuelve aterrador en cuestión de segundos. Hay jump scares, sí, pero también hay preguntas.
¿A qué estamos renunciando cuando delegamos el afecto, el cuidado o el castigo en una máquina? En la sala se escucharon risas nerviosas, gritos sorpresivos y hasta un par de aplausos irónicos cuando M3GAN lanza verdades más afiladas que sus sensores. Y aunque estuve físicamente ahí, gracias a mi pao g cano preciosa, se pudo sentir el eco del evento y la vibración del miedo colectivo con tintes pop. M3GAN 2.0 no solo es entretenimiento; es una coreografía sobre el amor, el poder y los glitches de la humanidad. Y sí, también es la prueba de que el horror puede tener un gran outfit y aún así despedazarte por dentro.