La Escuela de Salud Pública de la Universidad de Berkeley, llevó a cabo una investigación que arrojó que los tampones tienen metales tóxicos como plomo, arsénico y cadmio.
Para ellos estudiaron más de una docena de marcas populares de higiene íntima, por lo que se destaparon nuevas preocupaciones sobre la seguridad de un producto que hasta el 86% de las mujeres utilizan.
El equipo fue dirigido por Jenni Shearston quién es investigadora posdoctoral de Berkeley, examinó 30 tampones de 14 marcas y 18 líneas de productos para buscar 16 metales, su muestra consintió en mercancía comprada en línea, así como en tiendas físicas de la ciudades de Nueva York, Londres, y Atenas, entre septiembre de 2022 y marzo de 2023.
A través de técnicas de digestión ácida con microondas y métodos de espectrometría de masas con plasma acoplado inductivamente, se tomaron entre 0.2 y 0.3 g de cada tampón, y entonces se pudo determinar que las concentraciones de arsénico, bario, calcio, cadmio, cobalto, cromo, cobre, hierro, manganeso, mercurio, níquel, plomo, selenio, estroncio, vanadio y zinc.
Se pudieron detectar concentraciones elevadas de plomo, cadmio y arsénico. Cabe señalar que las concentraciones de plomo fueron más altas en los tampones no orgánicos, mientras que el arsénico fue más alto en los orgánicos.
Se llegó a la conclusión que los metales tóxicos pueden llegar a los tampones por diferentes vías ya que las materias primas que se utilizan en su producción, pueden contaminarse durante el proceso de cultivo y fabricación. Aunque alguna de estas sustancias si se añaden de forma intencional como agente antibacterianos para controlar el olor y la pigmentación del producto.
Recordemos que la piel de la vagina tiene un mayor potencial de absorción de sustancias químicas, en comparación con cualquier otro tejido del cuerpo, por lo que es importante tomar en cuenta este tipo de estudios, porque es posible que estos metales ingresan al torrente sanguíneo a través del epitelio vaginal.
La presencia de metales tóxicos en nuestro organismo, aumentan las posibilidades de padecer demencia, infertilidad, diabetes y diversos tipos de cáncer. También pueden dañar el hígado, los riñones, el cerebro y los sistemas cardiovascular, nervioso y endocrino.