Nuestros padres vinieron tal vez a disfrutar de Acapulco en su luna de miel, seguramente miles fueron concebidos a la luz de la luna de la perla del pacifico. Muchos de nosotros aprendimos a nadar y supimos lo que era el mar en alguna de las mágicas playas de Acapulco.
Noches mágicas en las discotecas, restaurantes y bares dieron cuenta de nuestra diversión primero entre familia y después con amigos entrañables.
Decir Acapulco es traerlo a nuestra mente y cerrar los ojos significa recordar tantas y tantas vivencias lindas. Hoy más que nunca Guerrero nos necesita, ni temblores, ni inundaciones pueden borrar la historia de millones y millones de mexicanos que quedamos capturados en el sol, las playas y la gente de ese amado Puerto.
Regresa a Acapulco, cuando puedas ,con quién quieras, por gratitud y por qué el puerto nos necesita