La iglesia católica tiene el registro de al menos tres santos con este nombre. El primero fue un sacerdote romano que arriesgaba su vida para unir a las parejas en matrimonio. El emperador Claudio II lo había prohibido pues los solteros sin hijos, eran mejores soldados, según él.
Debido a esto, San Valentín decidió desafiar el mandato y por ello fue detenido y enviado por el emperador al prefecto de Roma quien lo mandó golpear y decapitar.
El otro San Valentín fue el obispo de Pignataro Interamna quien fue famoso por evangelizar, aparte de que se le da el crédito por haber realizado milagros y curaciones. También fue decapitado en tiempos del emperador Marco Aurelio, crimen que fue cometido durante la noche y en secreto para evitar una reacción del pueblo de Terni donde era muy amado. Lo enterraron en la Vía Flaminia, entre Roma y Terni.
A ellos se une el San Valentín del que se sabe fue martirizado en África junto con algunos compañeros pero no se tienen mayores datos al respecto. El Papa Gelasio I lo canonizó en el año 496 y lo propuso como “el patrón de los enamorados”.
Por alguno de estos personajes celebramos el Día de San Valentín. En realidad la única historia que es más conocida es la primera, el sacerdote que desobedeció el mandato del emperador, para ayudar a los enamorados.
Aunque no fue hasta 1840, que la norteamericana Esther A. Howland, comenzó a procurar la venta de tarjetas de regalo con motivos románticos y dibujos con temáticas de amor a mediados de la década de 1840.