El fin de semana se desató el caos en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez, desde las primeras horas del sábado, los mostradores de las diversas aerolíneas recibían pasajeros que tenían como destino ciudades como Tijuana, Mexicali, Monterrey, o Cancún e incluso Vancouver, que fue el vuelo internacional que alcanzó a salir.
Con el sistema de altavoces activo, se informó que el aeropuerto estaba cerrado, debido a las condiciones meteorológicas por las explosiones del Popocatépetl, ya que había echado por la borda al menos 500 vuelos que salían y entraban a México.
Ninguna de las aerolíneas aceptó la responsabilidad de nada, no proveyeron de un alojamiento digno a los turistas, no dieron respuesta sobre una hora posible en la que pudieran salir, porque realmente tenían que esperar a lo que dijeran las autoridades del aeropuerto.
Filas interminables, restaurantes saturados, equipos de pilotos y sobrecargos esperando indicaciones, el caos por todas partes en el Benito Juárez, ante los retrasos de conexiones, de salidas, de llegadas, el enojo de los usuarios se empezó a esparcir, junto a los chistes por el cierre del AIFA: porque iba a trabajar igual que cada día, sin vuelos.
En eso, Toluca comenzó a ser la mejor opción para los viajeros, porque después de cuatro horas de cierre del aeropuerto, comenzaron las cancelaciones que eran avisadas a los usuarios a través de las aplicaciones para que buscaran nuevos vuelos, en una llamada que podía tener llamadas de espera desde los 45 a los 70 minutos.
Los trabajadores del AICM también sufrieron los cuellos de botella que Don Goyo ocasionó, incluso hoy también fue difícil para los viajeros, por la mañana persistía la situación en la que miles de turistas estaban varados.
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