Luego de las elecciones presidenciales en las que Lula da Silva salió vencedor ante el mandatario actual Jair Bolsonaro, los simpatizantes de este último salieron en las calles para protestar en contra de las elecciones, con un bloqueo de carreteras en el territorio.
De acuerdo con datos de la Policía Federal de Carreteras, entre el domingo y el lunes se registraron más de 270 bloqueos que para la noche del martes ya habían disminuido a 150.
Los estados con mayor número de disturbios son Santa Catarina, Río Grande do Sul y Mato Grosso do Sul, en donde el candidato del Partido Liberal se llevó la mayoría de los votos.
Ante esto, Alexandre de Moraes, el presidente del Tribunal Supremo Electoral, le dio la orden a la policía de ese país que debía levantar los bloqueos que se esperaba se disiparan una vez que Bolsonaro aceptara la derrota. Sin embargo, los manifestantes han expresado diferentes motivaciones para protestar ya que algunos de ellos no tenían ningún liderazgo en particular y otros estaban a la espera de la respuesta del mandatario.
Finalmente, luego de casi 48 horas, Bolsonaro rompió su silencio con un discurso que ha sido catalogado por diferentes medios como escueto, aunque aseguró que respetaría la Constitución, en ningún momento reconoció su derrota.
“Quiero empezar agradeciendo a los 58 millones de brasileños que me votaron el 30 de octubre. Los actuales movimientos populares son el resultado de la indignación y el sentimiento de injusticia por la forma en que se llevó a cabo el proceso electoral” declaró.
Agregó que los métodos de la derecha no podían ser los mismos de la izquierda, los cuales tachó de perjudiciales para la población. Por lo que ya ha dado paso al proceso de transición, que estará a cargo de su jefe de gabinete, Ciro Nogueira. Con este pronunciamiento se espera que los manifestantes y bloqueos en las vías brasileñas vayan disminuyendo paulatinamente.
Por último, a través de su cuenta de Twitter ha pedido a sus simpatizantes que paren con los bloqueos, aunque estén tristes por los resultados electorales, pero no es un motivo suficiente para detener la economía.