Más de dos millones de abejas murieron en Quintana Roo de un día para otro. Con la cosecha de este año, los apicultores querían levantarse de la crisis que provocó la pandemia en los últimos dos años.
Unas abejas fueron encontradas desorientadas, otras caminaban en círculo con su lengua de fuera y la mayoría fueron encontradas retorciéndose como si estuvieran agonizando, todo parece indicar que fueron intoxicadas.
Fueron 434 colmenas las que se perdieron, cada colmena albergaba alrededor de cinco mil abejas, por lo que se calcula la muerte de más de dos millones doscientas mil especies, que producían miles de litros de miel.
Los apicultores no tardaron en investigar y culpan al dueño de un terreno donde se siembra chile habanero, ya que afirman que utiliza pesticidas que son dañinos para las abejas, pero Don Carlos se deslinda de esto y asegura que usa productos que están aprobados y a la venta al público.
Muchas veces, los pesticidas contienen Finopril, un componente altamente tóxico que fulmina a las abejas. Lamentablemente en el código penal no está realmente tipificado algún tipo de sanción para estas “muertes masivas” entonces, aunque los apicultores demanden, no habrá represalias para el o los causantes.
Durante siglos, las abejas han beneficiado a las personas, las plantas y al planeta. Su contribución para el ecosistema es transportar el polen de una flor a otra y mejorar la producción de alimentos a través de la polinización. Lo que nos puede ayudar a tener seguridad alimentaria, también tienen un impacto positivo en el medio ambiente, ya que ayudan a la biodiversidad.
En las últimas semanas se han reportado muertes masivas de estas especies alrededor del mundo, por lo que no podemos bajar del radar esta información.