Fue en la primavera que el secretario de Defensa, Mark T. Esper se alarmó al enterarse de que en un alto comando del ejército y en el Departamento de Seguridad Nacional se discutía la idea de enviar hasta 250 mil efectivos militares a la frontera sur como parte de lo que habría sido el mayor despliegue militar dentro de Estados Unidos desde la Guerra Civil.
Mientras la pandemia de coronavirus estaba en uno de los puntos más altos, Stephen Miller, quien estaba a cargo de la agenda migratoria de Trump, había instado al departamento de Seguridad Nacional para que desarrollaran un plan para calcular la cantidad de tropas necesarias para sellar los 3,200 kilómetros de frontera con nuestro país.
No queda claro si los funcionarios que concluyeron que un esfuerzo de esta naturaleza requeriría un cuarto de millón de soldados fueron del Pentágono o de Seguridad Nacional.
La idea fue transmitida a los funcionarios del Comando Norte del Departamento de Defensa, según varios exaltos funcionarios. Los funcionarios dijeron que la iniciativa fue discutida en la Casa Blanca, durante reuniones en las que se debatieron las alternativas para cerrar la frontera a los inmigrantes indocumentados, sin embargo nunca fue presentado formalmente a Trump para su aprobación.
El ex secretario no quiso hacer comentarios. Pero las personas familiarizadas con sus conversaciones, quienes acordaron declarar con la condición de permanecer en el anonimato, trascendió que Esper se enfureció con el plan de Miller. Los funcionarios de Seguridad Nacional habían evitado contactar a su oficina y abordaron la idea directamente con funcionarios del Comando Norte del Pentágono.
Esper también pensaba que esta acción perjudicaba la capacidad del ejército estadounidense para estar listo en otras partes del mundo. Luego de un conflictivo enfrentamiento con Miller en el Despacho Oval, el funcionario puso fin a la consideración de dicha idea.
Siempre fue conocida la obsesión de Trump con la frontera, ya había exigido un muro con púas que desgarran la piel, un foso lleno de lagartos y pidió que se les disparara a los migrantes que cruzaran la frontera. Incluso, sus ayudantes contemplaron un rayo calorífico que provocaría que la piel de quienes cruzaran se sintiera caliente.
Trump también presionó a sus principales colaboradores para enviar fuerzas a México en busca de los cárteles de la droga, del mismo modo que comandos estadounidenses han rastreado y matado terroristas en Afganistán o Pakistán.
Al final las autoridades optaron por una regulación sanitaria, que aún es desconocida para negar asilo, aparte del cierre de fronteras con nuestro país.