La lava del volcán de La Palma ha comenzado a ganarle terreno al mar hasta formar una desembocadura de unos 500 metros de ancho, aunque por el momento el viento mantiene alejada de la costa la columna de vapor de agua y de gases que podrían ser tóxicos para la población.
Hasta que no haya resultados definitivos de un estudio de seguimiento de los gases emitidos, se mantendrá el confinamiento de la población de las localidades de San Borondón, Marina Alta, Marina Baja y La Condesa, así como la zona de exclusión de navegación de dos millas.
El monitoreo de la actividad del volcán se monitorea permanentemente, al momento no se aprecian evidencias de que la dinámica del proceso eruptivo sea estable. La erupción aún no está bajo control, de acuerdo con información del director técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias.
Ya llegó un operativo de once elementos con cinco vehículos para uso de emergencia este miércoles a la localidad para colaborar en este desastre natural.
Por su parte, los investigadores del Instituto de Oceanografía y Cambio Global, así como del Departamento de Física de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria se encuentran en la zona en apoyo al buque oceanográfico Ramón Margalef, con el objetivo de realizar los análisis de las muestras que los investigadores del Instituto Español Oceanográfico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas obtengan del mar. Para medir el impacto del volcán sobre la abundancia y biomasa de microplancton.