Ante el estallamiento de los bombardeos en Siria, Yusra Mardini, hija de un entrenador de natación, tuvo que dejar su país junto a su hermana, en la búsqueda de sobrevivir. En uno de los ataques perdieron la casa familiar, después un proyectil voló el techo de la alberca donde ella entrenaba. Esas fueron las señales suficientes para entender que Siria, ya no tenía nada que ofrecerle.
Por eso, en agosto del 2015, Yusra viajó en una embarcación precaria, con 18 personas, su hermana incluida, para ir en búsqueda de un mejor futuro en Grecia. Pero a los 30 minutos de haber iniciado la travesía, el motor de dicho transporte dejó de funcionar, por lo que las hermanas Mardini tomaron la iniciativa de brincar al agua y nadar mientras dirigían la barca a tierra firme.
Después de tres horas y media, las hermanas avistaron la costa de Lesbos. “Habría sido vergonzoso si la gente en nuestro bote se hubiera ahogado” contó Mardini en una entrevista para ACNUR.
“Había gente que no sabía nadar, no iba a quedarme sentada y quejarme de que me iba a ahogar. Si me iba a ahogar al menos lo haría habiéndome sentido orgullosa de mi y de mi hermana” declaró.
Hace cinco años se creó el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados, desde Río 2016 participaron diez refugiados, hoy para las competencias que se llevan a cabo en el país nipón, el equipo está conformado por 29 atletas, del que es integrante Yusra Mardini.